Monday, June 30, 2014

Prólogo

La tarea de los profesores en las aulas nos ha demostrado que un buen camino para enseñar una lengua es utilizar todos los recursos que contribuyen a dar lenguaje y a suplir las carencias que en el orden de la expresión viven nuestros alumnos.
El ser es lenguaje y únicamente éste posibilita lo real, porque es el medio a través del cual el "ser" se deja oír. Como diría Heidegger "el lenguaje es la casa del ser. En la morada que ofrece el lenguaje habita el hombre". Por ello, el mundo, y lo que en él acontece, incluido el hombre, no puede ser pensado como una cosa que se encuentra frente a nosotros, sino como nuestra propia ubicación, el lugar donde habitamos y desde el que comprendemos.
La realidad no es más que un conjunto heredado de textos, relatos, mitos, narraciones, saberes, creencias, monumentos e instituciones heredados que fundamentan nuestro conocimiento de lo que es el mundo y el hombre.

El pensar recoge el lenguaje en un decir simple. Así, el lenguaje es el lenguaje del ser, como las nubes son las nubes del cielo. Con su decir, el pensar traza en el lenguaje surcos apenas visibles. Son aún más tenues que los surcos que el campesino, con paso lento, abre en el campo. Con el lenguaje no sólo describimos y transmitimos lo que observamos. Los seres humanos también actuamos a través del lenguaje y al hacerlo transformamos nuestras identidades y el mundo en el que vivimos, transformamos lo que es posible y construimos futuros diferentes.
Queremos abrir las puertas de esa casa, custodiada por pensadores y poetas, para que el lector entre en ella, visualice los espacios de las habitaciones de sus páginas, se ilumine con la luz que entra por la ventana de las palabras y respire el aire impregnado del alma de su habitante, el escritor.

Hoy me corresponde abrir la puerta y sin señalar el recorrido porque el lector visitante debe transitar despojado de todo prejuicio intelectual, solamente con el equipaje de su entendimiento para interpretar la dimensión emotiva de la obra, hacerla propia, crearla de nuevo por sí y para sí. En esta oportunidad la casa es especial, distinta: los escritores son alumnos adolescentes, los editores son sus profesores.
Creemos que la tarea del Instituto Alte. Brown no es solo transmitir los contenidos curriculares en lo específico de las teorías lingüísticas, sino que además es desarrollar el potencial creativo del alumno, aceptar sus creaciones, valorizarlas y estimularlas para que se desarrolle como creador y sienta la alegría de crear.
En cuanto a los autores, testimonio del tamiz adolescente de las emociones, por el que pasa al mundo circundante, mientras ante el enunciado de temas comunes se abandonan a la fantasía para construir universos individuales o alternativos y hacer que, la realidad no se conforme con ser nada más que realidad. En toda esa trama aparentemente discontinua aparece el hilo de los sentimientos que dibuja con los trozos dispersos, la imagen de un nuevo tiempo. Ojalá que así sea...

El gigante dormido

                                                                          Julián Schmidt, 2º Año